martes, 1 de junio de 2010

si tuviera que… te diría que…

es sorprendente lo reparable de un corazón, lo olvidable de una persona y lo efímero de las huellas que dejan… ya no te recuerdo como antes, ya no te amo, ya no te doy importancia… Pero si tuviera que pasar más de un minuto cruzando palabras contigo, algo así saldría de mi boca después de 4 años separados…

Diría que ya puedo contar todas las veces que me equivoqué; y que soy la idiota más grande del mundo por haber perdido, perdón botado, la mejor oportunidad que me ha brindado la vida.

Quiero sentarme, invitarte un café, mentira, a ti te iría mejor una cerveza, y decirte que eres lo que nunca voy a olvidar, aun cuando ya lo haya superado.

Quiero darte las gracias por demostrarme como deberían ser las cosas hace tanto tiempo, y decirte que no lo olvido, que aunque no lo busque, siempre lo tendré en cuenta.

Me gustaría sentarme a fantasear que habría pasado si yo no me hubiera equivocado esas dos veces… quiero pensar que de no apresurarme y cerrarme aquella primera vez nunca habría existido un segundo problema y seguiría todo igual.

Quiero sentarme a hablar contigo y reírnos de todo lo que vivimos juntos, de aquellos helados a media tarde “escondidos” de los policías, y de aquellas horas perdidas fumando y hablando en aquella calle donde vivías.

Quisiera sentarme a recordar como aquel era mi portón y como un sobrenombre tan común sonaba tan diferente cuando tú lo usabas.

Quisiera volver a ser la debilidad de alguien, como lo fui de ti, quisiera volver a tener con alguien la intimidad que tuve contigo; esa sensación donde las palabras faltan y ese espacio donde nunca existió la duda de si funcionaría o no.

Ya no te pienso, ni menos te amo, pero de cuando en cuando te extraño… o al menos extraño esa persona que solías ser conmigo, ser que probablemente ya no existe. Extraño esos chistes internos, esas risas sin razón, y esa sensación de que todo era eterno.

Quiero decirte que todo fue verdad, que si te amé y si pensé pasar mi vida contigo… si esperé que nunca se acabara y que nos viéramos arrugarnos poco a poco.

Quisiera que supieras que si hay algo de lo que siempre me arrepentiré es de aquel día en que viniste a mi casa a pedirme que lo pensara todo de nuevo y yo te negué un beso.

Podríamos hablar horas de todo lo que hicimos porque hay demasiados recuerdos en esta maleta; demasiadas situaciones como una broma en el volante de un amigo, un disfraz sin sentido, un baño salado a media noche o algún otro invento de los nuestros.

Quisiera decirte que todavía te odio por haber pintado mi carro con rosado antes de irte, porque todavía se ven las marcas, que detesto que a cada instante recuerdo que eras la persona ideal y yo la idealmente inmadura que te dejó ir. Que se que las cosas habrían sido diferentes de escuchar las mil voces en mi corazón y no la estúpida aventura en mis hormonas.

Quiero pedirte perdón por todo el daño que te hice… y darte la satisfacción de saber que me lo hicieron pagar, poco a poco y varias veces… sin contar todo lo que me lo reproche yo misma.

Mis palabras nunca han sido las mismas, y mis ojos tampoco… mi corazón cada día es más pequeño y a veces me ahogo, porque se que nunca conseguiré algo tan fácil, tan sencillo, pero sobretodo tan auténtico.

Gracias a la vida ya no te amo, ya no te pienso y te he superado, pero hay cosas que nunca se olvidan… gracias por darme todo lo que me diste, y dejarme darte todo lo que te di, las cosas nunca serán iguales pero tu me hiciste saber que quiero de la vida. Gracias por abrirme los ojos y el corazón en aquella llamada telefónica hace ya casi 6 años. Pero sobretodo gracias por demostrarme que siempre se pueden superar las cosas, sin importar que tan grandes, fuertes o relevantes fueron, porque si pude olvidarte y superarte a ti, no hay nada en esta vida que pueda acabarme.

No hay comentarios: