jueves, 7 de mayo de 2009

No va a ocurrir…

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Ese día fuiste, y te viste ahí, en aquella pantalla. Te sentaste dos horas continuas a verte hacer el ridículo una y otra vez, hasta te reíste de ti mismo. Se repite la historia una y mil veces, y cada vez que te presentan la oportunidad la vuelves a tomar, para quedar igual o peor que antes; cedes una y mil veces ante la tentación, porque crees, honestamente, que esta vez “todo va a estar bien”; yo, después de verte salir del hueco, me pregunto si te crees tu propia mentira.

Y nos vamos a aquel día en los que conseguiste las palabras correctas; te tardaste años, pero eran las correctas… iban justo con el momento, el ambiente y la ocasión… no había nada mejor para decir, pero nunca conseguiste una respuesta. Fueron pensadas, meditadas y consultadas; las viste y leíste millones de veces antes de decirlas, y las expresaste con el mayor cuidado del mundo. Nunca le habías prestado tanta atención a las palabras que salían de tu boca, jamás te preocupaste así por decir las cosas de la manera correcta.

Les escribiste, lo llamaste y no obtuviste nada a cambio; le diste toda tu atención y solo fuiste ignorado. Un número nunca fue tan inútil como su celular; jamás algo fue tan insignificante como el espacio de memoria que ese número ocupaba en tu celular. No puedo decir que te dejaste llevar por el camino equivocado; el problema fue que nunca existió quien te llevara. Lo que nunca entendiste es que no importaba que tan fuerte gritaras su nombre, él no voltearía; podrías haber hecho millones de cosas para llamar su atención, y no lo habrías logrado. Jamás te diste cuenta que ignorándolo llegabas más allá, que dejando todo eso de lado, y caminando lejos lograrías lo que buscabas.

Solo querías escucharlo decir tu nombre; solo deseabas que salieran de su boca las palabras que gritas hacia adentro cuando lo ves. Siempre quisiste que te siguiera, que en ese momento en que le diste la espalda tomara tu mano y te pidiera que no te fueras. Por mucho tiempo esperaste esa llamada, escuchar su voz pidiéndote que no lo olvidaras, diciendo todo lo que ves en las películas, todo lo que has escuchado decir a otros… miles de veces… pero que nunca ha significado lo que en verdad necesitas.

Ha pasado ya demasiado tiempo, deberías superarlo, no puedes seguir así, dejándote caer y muriendo por probar sus labios. Tienes que dejarlo ir y olvidarlo, entender, de una vez por todas, que no es para ti, y probablemente nunca lo será; que ese tal vez y ese veremos que pasa es igual a un imposible. Ya me cansé de decírtelo, una y otra vez, estoy harta de hablarle a un corazón que no me escucha, que no me entiende, y por encima de todas las cosas me cansé de hablarle a ese necio corazón que nunca va a admitir que tengo la razón. Te lo digo hoy, por última vez: ríndete, déjate ir, permítete olvidar, acaba de una vez por todas con lo que queda de él en ti, y entiende, por fin, que no puedes tenerlo.

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