Hay cientos de maneras de ver la vida, miles de formas de vivir y millones de opiniones acerca del tema; al final, todos tenemos una perspectiva diferente que, obviamente, depende de todo aquello que ha marcado nuestro proceso de madurez, porque nadie crece de la misma manera.
Me levanté un día con 21 años… bueno, decir que de pronto tenía 21 años es exagerado, pero ha pasado tan rápido que siento que un día no más puse un pie fuera de la cama y llegué a esta edad. Y son esos los momentos en que recuerdo todo lo que he vivido, y comienzo a sospechar que los mejores momentos los tuve en mi infancia; el asunto está en que con dos hermanos mayores, y una afición por los deportes de ancianos, está bastante claro que la procedencia de esa idea es, ciertamente, bastante dudosa. El asunto está en que me da la de Peter Pan de un día para otro, y decido que crecer no es conveniente, porque todos sabemos que no hay cosa mas fácil que ser niños, cuando Papi y Mami nos cocinan, limpian, manejan y pagan todo; mientras que nosotros solo hemos de “actuar” como si les prestáramos atención y escucháramos sus consejos, cosa que obviamente no sucede, porque siempre acabábamos haciendo lo que nos diera la gana.
Cierto es que esta vida siempre ha de ponernos trabas, la más grande de esta idea de ser niña por siempre me la reveló un amigo, en una de muchas conversaciones son sentido que surgen de un Nick de MSN o un status de Facebook, lo cual es bastante común en esta época. Pero antes de entrar de lleno a esto hay otras cosas que nos harían falta, primero adiós carro implica adiós independencia, así al carro no sea propio, pero nadie puede decir que no se siente genial agarrar el auto, sin sentido definido, mientras para nuestros padres “estamos en casa de María”. Hemos de olvidarnos también del alcohol, aunque en Venezuela sea fácil de conseguir para los menores, estamos hablando de tener 10 años, no más. Olvidémonos de los viajes sin supervisión, y de las películas C16, porque a las B podríamos conseguir la manera de colarnos. Y todo esto involucra también decirle adiós a las salidas hasta las 6 am, que terminan en un estado de consciencia dudoso en algún perrero o arepera de Caracas.
Ahora bien, todo esto podría ser descartado de nuestra vida, porque tendríamos otras cosas más “divertidas” que hacer… mientras que el punto de mi amigo, podría llegar a ser indispensable, salvo en los casos que no se conoce del tema por experiencia propia. El asunto radica entonces en lo que esta persona decidió definir como “el preciado in and out”, sexo, en términos de mortales (excluyendo el caso de una amiga que a los 20 años seguía siendo virgen, no creo conocer a una persona entre los 18 y 25 años que no sea adicta al mismo). Ha de admitirse que, de una u otra forma, todos pensamos, al menos una vez al día, en sexo, en el que tuvimos, en el que vamos a tener, o en el que no estamos teniendo, dependiendo de la situación.
Tengo entonces que darle la razón a mi amigo… todos hemos de crecer en algún momento, hasta Peter Pan termina transformado en Robbin Williams, como el mismo lo dijo; y todo aquel que haya crecido lo suficiente no puede volver atrás, porque vería imposibilitadas sus probabilidades de realizar “el preciado in and out”. Y entendido que en la infancia no hay sexo como interacción entre dos (o más) personas, aquel que quiera volver a ser niño solo puede tener dos posibles problemas:
1.- Sigue siendo virgen y no sabe lo que se perdería.
2.- Nunca ha tenido buen sexo, o un orgasmo en su defecto.
Simple y sencillo, en conclusión: Peter Pan no tuvo sexo, y cuando lo tuvo lo prefirió a ser niño por siempre, por eso termina siendo Robbin Williams.
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