Me odio… odio mis capacidades, mis pensamientos y mi persona en general… Odio mi necesidad de seguir aquí sin importar lo que ha pasado, detesto mi capacidad de olvidar todo lo que ha ocurrido y de desechar este manojo de hechos y conocimientos que ahora tengo en mi mano.
Y te odio a ti, a tu maldita sonrisa perfecta y tus ojos transparentes vacios de malas intenciones. Te quiero romper, acabar con toda esa perfección y transformarte en el mismo estrago de ser humano en que tu me has hecho mutar después de tantos años. Quiero ser un desastre natural que acabe con tu mundo, y no de buena manera, quiero que entiendas lo que haces con tu mirada cada vez que la siento sobre mi y lo que haces con tus intenciones cada vez que las escondes. Quiero que te ahogues, que te asfixies, que cual persona encerrada en un cuarto en llamas, te veas encerrado, sin espacio ni aire para respirar por todas las palabras que te has tragado, por todas aquellas veces que no has respondido.
Por qué no puedes simplemente explotar, desaparecer, perderte… Por qué no puedes dejarte ir, entregarte y dejar de mentirte a ti mismo. Te presentas con tu moral ficticia que cambia a medida que gira el mundo, pero siempre tendrás la razón, porque en tu pequeño mundo eres el rey. Quiero pervertirte, mostrarte todo lo que te has perdido y luego dejarte ir, como tu lo has hecho conmigo en varias ocasiones. Me provoca golpearte y producirte dolor, para que entiendas un mínimo porcentaje de lo que yo he sentido por tu culpa, por tus inmadureces y tu falta de seriedad, por tus cochinos juegos mentales y tu careta de inocente
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