jueves, 11 de septiembre de 2008

Es así como te dejo ir...

tengo esa gran capacidad de dañar las cosas que son casi perfectas

Me bloqueo, entro en estado de shock... mientras la conversación cae en banalidades. Te puedo oír, pero sinceramente, no te estoy escuchando. Y comienza a repetirse en mi cabeza, cual canción de moda en la radio, la última frase pronunciada que tuvo algún sentido, y que de una u otra manera, me lleva a conscientizar que lo único que deseas decir es "esto termina aquí".

Se activa mi respuesta automática, la misma que he visto surgir de mis labios en los peores momentos, y deriva en un simple "lo que tú creas mejor". Así comienzo a jugar a la niña fuerte que tiene un hoyo negro en el corazón, cuando la verdad es que voy sintiendo poco a poco como se desprenden los pedazos.

Desmiento una y otra vez que la razón del vacío en mi mirada tenga que ver con tus palabras, y dejo que el sentimiento me contamine por dentro para no dejarlo salir. Me encierro, como siempre, en el mejor intento de no detenerte, evitando mostrarte el camino que yo vislumbro, porque siento que ya elegiste. Y es así como comienzo a caminar por tu camino, dejando el mió de lado, a ver que encuentro... es así como me pierdo en los sin fines de tu vida, a ver en que termina.

De nuevo el vacío, el deslumbre, el shock; mientras mis entrañas gritan que no me paralice, que haga algo, que explique de una u otra manera que si esto se acaba el mundo cae en protesta. Dejo que el cerebro tome el control y pongo fin a una situación emocional por medio de la razón, convenciéndome en medio del altruismo más profundo, de que tú estás mejor sin mí.

Reprimo millones de palabras, no te digo lo que significas... llegaste hace tanto tiempo, y nunca te has ido de verdad; sin darme cuenta te entregué mi corazón y la verdad nunca lo recibí de vuelta por completo. Me ahogo, y me doy cuenta de que a decir verdad tengo dos opciones frente a mí; o me estás mintiendo y me merezco la verdad; o me estás diciendo la verdad y necesitas una bofetada que te haga reaccionar.

Siento como me queman las ganas de jurar que no te quiero hacer daño, que quiero ser diferente, pero ya es mucho tiempo sosteniendo las lágrimas. Quiero gritarte que prefiero que me hagas daño tú a estar bien al lado de alguien más, pero estoy atada, y no entiendo por qué. Me dejo llevar por ti, por la situación, y te doy cuerpo y alma en un beso, ocultando la presencia de sentimientos. Comienzo a hablar banalidades, a hacer comentarios vacíos, mientras que tejo una secuencia de todo lo que va a ocurrir el minuto en el que te vayas. Me hundo mientras veo mi peor pesadilla materializarse frente a mí, aunque se que no vale la pena.

Me sumerjo y me dejo llevar por la corriente, mientras actúo como si no importara nada, cuando lo cierto es que no me quedan fuerzas para seguir luchando. Y es así como te dejo ir y ni siquiera estoy segura de esto, creo que me dejo ir a mi misma, porque tú nunca has estado lejos.

Nunca me pidas tenerme de nuevo, porque nunca me has perdido, aunque me duela admitirlo; no me pidas un espacio en mi vida, porque en muchos casos has sido dueño de ella; y nunca me pidas un espacio en mi cama, porque sabes que siempre ha sido tuyo... aunque me moleste

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