miércoles, 24 de septiembre de 2008

Marcas, Cicatricez... Desconfianzas

Nunca te diste cuenta, pero te lo dijimos un millón de veces …



Esa noche me senté ahí, esperando, con una desconfianza enorme dentro, no por tu culpa, ni por la de ella, sino por una tercera persona que nada tiene que ver en esta historia. Me convencí a mi misma de que no pasaba nada, cuando te vi salir, en la actitud más normal, y con esa sonrisa que adoro en tu rostro, mientras comías… respiré de nuevo. Confío en ti, sin duda alguna, ciegamente, a pesar de todas las historias pasadas, al final lo que me queda es rezar para que tu confíes en mí, porque yo tampoco he sido intachable.


Hoy me siento aquí, y no puedo parar de darle vueltas a la cabeza, en como esa tercera persona ha cambiado mi perspectiva de todo, del mundo, de la amistad, de las mujeres, y de lo poco que puede significar una relación si sabemos como justificarlo. Y he estado en su posición, y aún así no lo comprendo, me hundo en un sin fin de pensamientos, escenarios posibles, situaciones inverosímiles y aún así no llego a dar con las circunstancias que me harían comportarme de esa manera. Eres la razón por la cual he perdido la fe en la buena intención de las personas, eres la razón por la cual me he convertido en un ser que desconfía, es culpa tuya que de hoy en adelante decida ver las cosas dos veces y no asumirlas de antemano; porque lo que hiciste no tiene nombre.


Y si, decido culparte a ti, a ti que eres una tercera persona, que no tiene nada que ver con mi situación en este momento; a ti que no puedes defenderte porque nunca sabrás que es tu culpa, porque caíste lo más bajo posible, y las disculpas ya no valen nada. Y lo que más me irrita es que en tu cabeza solo le hiciste daño a ella, pero sin darte cuenta marcaste a todos los que conocen la situación, nos dejaste a todos una cicatriz que no tenemos como borrar… debería darte vergüenza, ¿no lo crees?


A todos nos llega un momento como este, supongo, un momento en el que necesitamos que alguien nos demuestre que el hombre no es tan egoísta como lo dijo Hobbes, en el fondo todos queremos tener un poco de Rousseau y ver al hombre como un ser de naturaleza buena. Solo tenemos que conseguir una persona que nos demuestre que es posible confiar, creer y entregarse, que no todos nos harán daño, y que siempre habrá alguien ahí para cuidarnos cuando alguien lo haga. Y si he llegado hasta aquí es porque de una u otra manera siempre he tenido alguien que me acompañe, que me de la mano y me levante cuando no podía hacerlo sola, pero también he tenido quien me hunda cuando es necesario, porque todos tenemos que estar conscientes de nuestros errores, de cómo y cuando nos equivocamos.

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